Como los que suelen hacer topics dejaron de hacerlo, me dije que igual haría yo uno.
Hace bastante tiempo ya, el autor de Rurouni Kenshin (Samurai X), Nobuhiro Watsuki, fue detenido por posesión de pornografía infantil. Me imagino que la gran mayoría de vosotros ya lo sabéis.
Pero el tema no es la noticia en sí (por lo que tengo entendido ya pagó la fianza y está en libertad), sino más bien cuestiones relacionadas con el lector de manga y su ética.
Se trata de unas dudas e inquietudes sobre las cuales muchos tuvieron pasar con Rurouni Kenshin, y me imagino que muchos de aquí se vieran envueltos si pasaría con sus mangakas favoritos. ¿Hasta que punto podrías separar el manga y las acciones del mangaka delimitando así la línea que te impediría seguir disfruntado su contenido?
Unos ejemplos podrían ser los comentarios controvertidos de índole racial, sobre sexos, géneros... La inclinación política o corriente filosófica o bien cometer delitos como los de arriba.
Éste siempre va a ser un tema difícil. Mi filosofía es jamás admirar demasiado a nadie o algún día es seguro que me dolerá, de hecho cuanto menos uno conozca a la persona que se admira mejor!!!
Es un problema en cualquier ámbito (actores, deportistas, cantantes, etc.), es difícil verlos como antes después de saber que no son lo que uno creía. A uno siempre le cuesta creer que un imbécil semejante hubiera podido crear una obra que uno ama tanto. En mi caso mientras no salga nada malo de Roger Federer voy a estar bien.
Aunque es cierto que me molesta demasiado Rumiko Takahashi debido a lo sexista de sus historias, tiene ese algo que me irrita como nunca y jamas he podido disfrutar de sus obras. Sé que si me pongo exquisita con lo que veo la mayoría del manga y anime estarían vetados. Pero supongo que todos tenemos límites que no podemos obviar. Y cuando ves que algunos de los detalles que te molestan del autor se reflejan en sus obras es el fin.
Yo no he visto que la gente deje de admirar a Roman Polanski porque es un predador sexual. Este es un claro ejemplo de como todos decimos tener moral pero a la hora de aplicarlo jamas vivimos acorde a ello. De hecho si lo hiciéramos no podríamos usar celulares, computadoras, ir al medico o ver deportes.
Bueno en mi caso considero a la obra y al autor como dos cosas por separado. Realmente me da igual lo que haya hecho el autor, yo vine a leer y a disfrutar de su obra, no a juzgar sus acciones no relacionadas a su manga desde un punto de vista moral. Así que creo que puedo separar a las dos cosas por completo, aunque admito que si hiciera un crimen que me enfadara mucho pero mucho a lo mejor dejaría de poder hacerlo.
Lo encuentro situacional.
Obras pueden pasar de largo como Rorouni (Sabrás que no me la he leído del todo pero no parece reflejar esto que se le ha encontrado...) si en ellas no se ven plasmadas cosas directamente relacionadas. Digamos, si viésemos directamente lolis en posiciones comprometidas o algo, por llevarlo a un extremo, esto pasaría de mirarse como un mero movimiento de marketing a sabiendas de antecedentes del tipo a una mayor cosa, ¿Con qué cara podrías disfrutar de la obra entonces?
De hecho, desde cuando un producto no supera, o mejor dicho, "engulle" la vida del autor? desde siempre? Mi respuesta a la pregunta es SI, soy capaz de separar "el trabajo de un enfermo" del propio "enfermo".
Aquí no va a ser distinto, vivimos en una época donde un seccionismo estructural lo infecta todo con el fin de condicionar y disculpar a través de procesos públicos y no personales, ya sea para lo bueno (apartar la obra "sana" y comercial de las acciones del autor) como para lo malo (violadores sirviendo como modelos para hacer un manga sobre los hechos que publican justo los que encarcelaron al violador).
En este sentido hablar de moral es como hablar de cualquier cosa con "tal de que no pase de forma inmediata y localizada" delante tuya; es decir: un balbuceo que queda muy bien en una portada pero queda aun mejor en la bocaza de un político.
Entonces que? sin fe en modelos del presente y sus derivados? abocado irremediablemente al pasado o a cualquier otra cosa agradable? se diría que es incluso más fácil, ya que ni modelos ni personas relacionadas se toman de forma absoluta, de hecho es todo lo contrario, cabe más la posibilidad de que se convierta en un proceso de reciclado, del cual, no reconocerás ni tampoco sabrás a donde llegará.
No será la primera vez que veamos un lavado de cara de "cualquier cosa" para convertirse en "cualquier otra cosa".
Como ya dijo el señor Legault es algo situacional, en este propio caso de Rurouni Kenshin, la pedofilia no se ve reflejada en ninguna parte de la obra (lo digo como alguien que lo ha leído) y por lo tanto, es fácil hacer una separación clara entre autor y obra
¿Pero y si el autor estuviese recurriendo a recursos ilegales para hacer su propia obra? Como por ejemplo, el autor hubiese usado a un niño para que posa en una determinada posición con unas connotaciones sexuales para dibujarlos en su obra. Bien, creo que en este caso se puede hacer una distinción basada en el objetivo de el acto. Lo más probable es que a primera instancia se piense que el autor hizo esto para llamar la atención y que solo lo hace para ganar más ventas usando la polémica o contentando a los que consumen la obra, o tal vez algo tan simple como que disfruta haciendo tal cosa pero ¿Y si en realidad el autor realmente quiere plantear el tema? Ahí está el caso del cuadro ''Teresa Durmiendo'' de Nueva York (si no recuerdo mal) que retrata a una niña muy joven en una posición muy inapropiada podríamos decir y que hubo miles y miles de firmas de gente que quería que se retirara el cuadro por eso mismo, por las connotaciones sexuales que tenía el cuadro hacia los niños y la infancia pero el museo se negó completamente a retirarlo por ser propiamente el tema de la sexualidad en los niños el tema del cuadro, ¿no es esto acabar con el espíritu del arte de representar libremente cualquier tema por polémico o abstracto que sea?
Sí, sé que me he desviado un poco de la pregunta principal y que mis opiniones son un poco mierdas pero creo que se puede separar autor y obra siempre y cuando el uno no se meta dentro del otro, me explico: en el momento en el que un autor hace de su obra un basurero donde exponer cualquier tema en el que excluya a parte de sus lectores frente a otros de ellos como puede ser en temas raciales, étnicos, sexuales, etc... Entonces podemos acabar con la distinción entre autor y obra.
Irremediablemente siempre un autor pone algo de sí en su obra, al fin de cuentas es producto de su imaginación y algunos temas tratados podrían ser controversiales o no.
No me gusta seccionar a una obra separada de su autor, pero tampoco que una influya sobre la otra por tratar temas polémicos.
> ...me imagino que muchos de aquí se vieran envueltos si pasaría con sus mangakas favoritos
partamos por esto, que sea de mis favoritos (sea la obra y el autor que la creo) no significa que me guste todo su trabajo en esta, y en muchos casos se hace evidente que a veces algunos plasman parte de sus gustos degenerados en algunas partes de su obra. No tengo problemas con esto mientras que solo sea parte de una fantasía y no refleje algo real. En el caso de Rurouni Kenshin no me hago problemas, no hay conexión directa entre autor y obras sobre la polémica de un delito que se haya cometido. Pongamos un hipotético caso de que admiro Rurouni Kenshin tanto como su autor, el caso es que, el autor puede haber hecho cualquier crimen o delito y podría dejar de ser mi autor favorito, pero eso no significa (en este caso) que Rurouni Kenshin la desvalorice, porque esta ya tiene un valor en si mismo y por lo que sabemos no está relacionada con esta polémica.
Sí, me enrede un poco, hablar de estos temas siempre trae problemas por lo difícil que es delimitar el valor que tiene una obra de su autor, y la influencia que tiene esta sobre la otra.
Pero ¿por qué habría de separar a la obra y al autor? Una cosa es el reconocimiento y otra es la apología; que se reconozca algo como Valioso no es condición sine qua non de que tengamos que alabar y promover las morales o éticas incluidas en la misma, o por quien la hizo. Incluso si la obra, tratándose de homicidios por ejemplo, hubiera sido hecha por un homicida: no implica que si reconociésemos la obra como bella también tengamos que prestar juramento y moral hacia lo que en ella se da a entender o el autor presupone como bueno.
Así, ¿por qué habría de tener relación Rurouni con lo que el autor considere? Si a pesar de todo hubiera incluido contenido paidófilo (se entiende que no explícito, sino solo nombrado) en relación a la historia del Japón para la época Tokugawa (claro, inspirado por sus gustos personales) no habría por qué tener uno que sentirse avergonzado al respecto, solo si eso no trae consigo una motivación para perdonar o dejar pasar lo que el autor hizo, hace o hará debido al arrobamiento que produce su material.
Tranquilamente pueden coexistir autor y obra ya que el daño producido no le resta el mérito del trabajo ni tampoco nos hace ser benevolentes con su delito ni justificar sus acciones.
Por otro lado, a pesar del terror de la personalidad del autor, y siempre que esto no produzca más acontecimientos repudiables, hay obras que no se pueden concebir sin esa parte terrible y que pasan a estar ligadas en carga moral con lo que hizo él, por lo que pueden resultar *pesadas*. Hay lectores que son intolerables para esto y otros que, al igual que yo, buscan esas experiencias en las obras debido a su excepcionalidad. Para ilustrar, en los cuentos publicados por Akutagawa (de los que el más conocido es Rashomon) existe uno titulado El biombo del Infierno donde se relata la historia de un pintor, Yoshihide, al cual por desear representar lo horrible del infierno le pidió a su mayor, el Señor de Horikawa, que le pusiera una carroza con una mujer adentro y que le prendiera fuego para poder así plasmar en su dibujo el sufrimiento del incendio, émulo de las brasas del infierno. La jugarreta del Señor fue poner ahí a su hija, y a pesar de todo, Yoshihide, luego de un rato de turbación y desesperación, se dedicó extasiado por completo al trabajo de la pintura. El cenit transcurre así:
Se acercaba la medianoche. Las sombras que envolvían el jardín se hacían cada vez más espesas y parecían sofocar la respiración; oíase el leve murmullo del viento trayendo el olor de la resina de las antorchas. El señor de Horikawa observó un instante más el extraño cuadro y luego, adelantándose, gritó con voz sonora:
—¡Yoshihide!
Éste contestó algo, pero sólo fue una exclamación.
—¡Yoshihide! Esta noche incendiaré la carroza, como me lo habéis pedido.
Y miró de soslayo a los guardianes. Pudo ser una ilusión, pero me pareció ver que el señor y esos hombres cambiaban sonrisas de inteligencia.
—Observad bien. Esta carroza, como sabéis, es la que siempre acostumbro usar. Dentro de un instante ordenaré que le prendan fuego, y os mostraré las llamas del Infierno.
Dicho esto el señor miró de nuevo a los guardianes, y prosiguió en tono áspero:
—Dentro de la carroza se ha atado a una mujer. Al arder el carruaje, esa mujer perecerá, sufriendo los tormentos del Infierno. Se quemarán su carne y sus huesos: será el modelo exacto que necesitáis para terminar el Biombo. No perdáis detalle cuando se derrita su carne, blanca como la nieve. Tampoco dejéis de ver cómo los negros cabellos se transforman en chispas y se elevan hacia el cielo.
El señor se interrumpió; una sonrisa silenciosa le sacudía los hombros.
—Será un espectáculo nunca visto —dijo—. Yo también estaré presente. Vosotros, apartad la cortina para que pueda verse a la mujer.
Uno de los sirvientes se acercó a la carroza, y mientras con una mano sostenía la antorcha levantó con la otra la cortina. La antorcha, crepitando, pareció arder con más fuerza en ese instante; y cuando iluminó el reducido interior de la carroza, se vio a una mujer que parecía atada en forma brutal. Esa mujer… ¿Quién no la reconocería? Sobre el lujoso kimono de ceremonia de las damas de la corte, bordado con motivos de cerezos, caían sus largos brazos y negros cabellos adornados con sashi[54] de oro que despedía intensos destellos. Esa mujer, que aquella noche lucía atavíos tan distinguidos y había sido atada y amordazada, esa pequeña mujer de perfil modesto y triste, era la hija de Yoshihide. Al reconocerla ahogué un grito.
[...]
Pero ese padre, Yoshihide… No podré olvidar la expresión de su rostro. Su primer impulso fue precipitarse a la carroza, y al estallar el fuego quedó paralizado, con las manos en alto. Con ojos despavoridos escrutó la carroza en llamas; al resplandor del fuego pude ver hasta la raíz de la barba en aquel rostro apergaminado y sombrío. Los ojos desorbitados, los labios apretados y los músculos de la cara contrayéndosele nerviosamente reflejaban su miedo, su infinita angustia y un inmenso estupor ante la espeluznante escena. Ni el reo cuando es decapitado, ni el asesino cuando comparece ante los Reyes del Infierno mostrarían tanto horror y padecimiento. Hasta el famoso samurái que ya os cité palideció a la vista de aquel hombre, y dirigió una tímida mirada al amo.
Pero éste, a su vez con los labios apretados y sonriendo a intervalos con sarcasmo, no apartaba la vista del carruaje. Y en medio de las llamas… ¡Ay! No tengo fuerzas para daros los detalles del suplicio. La blancura de su rostro ahogado por el humo, los largos cabellos en desorden arrebatados por las llamas y sus hermosas ropas ardiendo como una tea… Imposible concebir una visión más despiadada. Sobre todo, cuando el viento cesó por un instante, el humo se desplazó hacia el lado opuesto a donde nos hallábamos, y pudimos ver con verdadero horror cómo en medio de esa hoguera, que parecía despedir chispas de oro, agonizaba una bella criatura forcejeando dolorosamente por quitarse las cadenas de su cuerpo. El espectáculo mostraba con elocuencia los tormentos del Infierno. Un estremecimiento nos sacudió a todos.
[...]
Yoshihide se hallaba de pie ante la columna ardiente. ¡Qué caso tan extraño! El mismo que momentos antes viéramos sufrir como arrojado en el mismo Infierno, daba ahora muestras de un júbilo incontenible. Estaba fascinado, y sin reparar en la presencia del señor, contemplaba extasiado la macabra escena, ajeno al tormento de su hija. Parecía enajenado por la violenta llamarada y el suplicio de la desdichada.
marce-chan said: En mi caso creo poder hacer una separación de la obra y el autor, que tanto se justifica el crimen en la obra? no creo mucho.
La obra no tiene culpa con relación al autor, pero apoyar una obra es directamente apoyar al autor. No se puede separar al autor de la obra porque la obra es la que hace posible que se pague una fianza, o que sea tan popular que no le ocurra nada simplemente por presión pública. Es como decir que la obra de Hitler como artista debe separarse de su vida personal. ¿Tenía Hitler potencial de artista? Claro, seguro más de uno aquí habrá visto alguna digitalización de sus pinturas, pero, ¿realmente es correcto? Creo que es importante discernir entre críticas a la obra basadas en la opinión sobre el autor y no consumir contenido de un autor por ser él. El punto es, nadie puede negar que Samurai X es una obra de alta calidad, pero si ya sabes que el autor es un asqueroso de mierda, ¿puedes apoyar la obra simplemente porque "no tiene la culpa"? Mis bolas no tienen culpa.